Como artista que trabaja principalmente en autorretratos, me vi obligado a explorar mis miedos e inseguridades en torno a la pandemia. He reflexionado sobre la importancia de conectar con las personas, sobre lo difícil que es estar detrás de máscaras y guantes protectores, y sobre la fortaleza que todos necesitamos para salir adelante.

La pandemia cambió mis esculturas. Ahora presento las figuras y los paisajes en espacios donde alguna vez me habría resultado difícil moverme. Simplifiqué y consolidé nuevas figuras en paisajes iniciados años antes. Mi falta de sueño inspiró esculturas oníricas mientras las galerías cerraban y mis hijos médicos de la sala de emergencias y la UCI trabajaban en hospitales altamente contagiosos. A lo largo de 2020, realicé sesiones de dibujo en línea para adultos mayores y artistas confinados en casa y también creé nuevas figuras de arcilla y cera.

Me interesa la yuxtaposición de fragilidad y fuerza, evidente en nuestra vida personal y en nuestro entorno más amplio. Durante la pandemia, mi obra se centró en el aislamiento, en sentirme o estar atrapada y en anhelar escapar. El vuelo, tanto literal como imaginario, se ha convertido en una metáfora. Sigo investigando paisajes frágiles, así como la vulnerabilidad de nuestros cuerpos individuales y colectivos.

Comencé esta serie Terra Nullius, un término para anexar tierras deshabitadas, luego de descubrir que estaba a punto de convertirme en padre. Se inspira en la teoría del desarrollo infantil de Winnicott del “objeto transicional”, donde un objeto, a menudo una manta, brinda comodidad psicológica, especialmente en situaciones poco usuales. Fotografié la manta de la Segunda Guerra Mundial de mi abuelo bajo un cielo natural para crear un “paisaje transicional” donde todas las personas puedan sentirse seguras.

El año pasado, entré en modo de supervivencia e hice un inventario de lo que importa. Volví a visualizar mi práctica de estudio como un lugar de escape y trabajé para crear imágenes pacíficas que serían sanadoras para compartir. Utilizo hormigón, un material de base para edificios y nuestras casas de cuarentena. Alcé la vista al cielo, más allá del techo y las paredes que definen la existencia actual de todos. ¿Qué artefactos y estructuras sociales quedarán para las generaciones futuras?

Como mujer fuerte, expreso mis creencias sobre las injusticias como una predicadora hablando a su congregación. Me ha afectado profundamente durante los últimos cuatro años nuestra pérdida de democracia y humanidad, el declive de la moralidad y el aumento de la injusticia racial en los Estados Unidos. Cuando dejó el cargo, el anterior presidente estadounidense continuó minimizando las más de 350.000 muertes debidas a la covid-19. En esta obra, las simples siluetas recortadas representan el dolor de las vidas perdidas innecesariamente.

Adoro fotografiar a la gente entre una multitud. Obviamente, estar en multitudes no es una buena idea en los tiempos del coronavirus, así que revisé mis archivos para encontrar mis imágenes favoritas de personas e hice nuevas composiciones. En el camino, inventé situaciones que nunca existieron.

Las escaleras que se ven aquí fueron construidas el verano pasado en nuestra casa familiar. Se crearon a partir de palés de madera que se utilizaron originalmente para transportar recipientes de oxígeno a las instalaciones médicas durante la pandemia. Anteriormente, los niños del vecindario convirtieron el camino en un tobogán de lodo. Las escaleras conducen al empinado barranco del bosque detrás de la propiedad. Los pájaros, las criaturas del bosque y las mascotas ahora usan los peldaños. La fotografía también es casera, desarrollada a partir de un negativo grande realizado con equipos obsoletos.

Construidas laboriosamente con papel cortado a mano, estas sillas son sustitutos de personas. Sus formas son familiares, se pueden encontrar en la casa de cualquier persona. Durante los tiempos de la covid, anhelamos y apreciamos las interacciones que anteriormente dábamos por sentado. En psicología, la técnica de la silla vacía ayuda a los participantes a comprender el punto de vista de los demás al ocupar diferentes sillas. Como la psique humana, estas sillas son frágiles. Las relaciones con las que se vinculan pueden ser precarias o fabulosas y están en constante cambio.

Esta escultura lleva el nombre de un capítulo de un libro de texto que mi padre escribió en 1962. Refleja mi interés por la arquitectura, la ciencia, la cestería y los textiles, y las formas visuales que tienen en común. Las formas aquí también están inspiradas en parte por la forma similar al sol del coronavirus. La forma general de la escultura sugiere algún tipo de animal. Trabajar con acero soldado y pintura me permite realizar una obra de forma improvisada e intuitiva.

Utilizo libros descartados, transformándolos en arte. Pintados, desgastados y cortados en cintas, se rizan, ondulan y vuelven a una forma arbórea que sugiere su origen. Esta es mi respuesta a la terrible noticia del coronavirus. Ayudó a cortar libros en trozos, realizar acciones repetitivas y romper la simetría con la variación suficiente para expresar el mundo cambiante. Necesitaba algo de orden para mantenerme conectada a tierra en una época de caos.

Mi obra reciente explora la ironía del retrato de grupo durante el distanciamiento social. Realizado en cuarentena, No bucear satiriza el momento presente y la sociedad en general. La ilusión de conectividad de las redes sociales ya había afectado nuestras relaciones y creado una sensación de distancia social antes de la pandemia. Mi obra existe en un espacio entre la vida real y una realidad ficticia. Al describir la falta de interacción humana, irónicamente enfatizo la importancia de la conexión física y personal.

Como artista interdisciplinario, pensé en lo que significa hacer arte durante la covid-19. Como escribe Lewis Hyde: “Cuando el arte actúa como un agente de transformación [entonces] podemos hablar correctamente de él como un regalo”. Quería darles a los espectadores el espacio mental para valorar su vida diaria y expresar sus batallas personales. Compartí esta obra de arte en las redes sociales para animar a mi audiencia a quedarse en casa y hacer algo bueno. Nadie puede hacer todo, pero todos pueden hacer algo.

Debido a que gran parte de nuestra comunicación actual se hace de forma digital, Herramientas de contacto: N.º 1 reafirma la importancia del toque humano. Destinada a ser utilizada por dos personas, la obra recrea la presencia reconfortante de una mano en el hombro de uno, con émbolos accionados por resorte para imitar la presión del gesto. Las referencias de herramientas comunes, como la empuñadura de goma azul y la pantalla similar a un tablero de clavijas, se yuxtaponen con plata fina para resaltar la preciosidad del toque en sí.

Como mucha gente, debo trabajar durante esta pandemia. Colocar alimentos en un carrito de compras o ser cajero podría significar la muerte. Mi arte explora las cosas que me mantienen despierto por la noche. No estoy tratando de encontrar soluciones. En cambio, acepto una realidad que en su mayor parte está fuera de mi control. Aplico pintura raspando, tirando, salpicando y goteando. Este proceso me permite confrontar las cosas que dominan mi subconsciente.

Esta canasta enrollada incorpora piedras recolectadas en South Mountain Reservation, un parque del condado de Essex. Encontré consuelo durante la pandemia caminando allí diariamente. Esta obra simboliza el peso de la pandemia, la ansiedad política de las elecciones de 2020 y las protestas por la injusticia racial. Las piedras unidas a la tapa representan el peso de refugiarse en el lugar. Mantuve la perspectiva y la esperanza para el futuro a través de la inspiración de la naturaleza.

Soy un artista portugués-estadounidense de primera generación conocido como “Quest”. Mi obra confronta a los espectadores con temas relevantes a través de la apropiación y transformación de imágenes icónicas. En una especie de “Photoshop manual”, retoco esas imágenes para crear una nueva narrativa. A menudo, los dobles sentidos o las referencias ocultas se pueden leer entre líneas. Mi objetivo es ser lo más innovador posible y abrir nuevos caminos.

Mi obra imagina un mundo menos derrochador. Al recoger mi periódico matutino, me pregunté cómo se verían como arte un año de bolsas de reparto del New York Times. Tejí 10 paneles de triángulos de plástico e imaginé un planeta asfixiante. Obituario está hecho con este material omnipresente en un proceso que a menudo se consideraba trabajo de mujeres. Yuxtapongo la esfera con un símbolo moderno del poder masculino, corbatas, en caída libre, para comentar nuestras acciones destructivas.

Trabajo con basura, objetos encontrados y otros materiales desechados, pero no trato estos materiales como subproductos comerciales. Mi intención es transformar sus cualidades intrínsecas en un mensaje discreto que brinde una opinión sobre preocupaciones ambientales.

Utilizo un collage de periódico como telón de fondo y pinto las manos haciendo tareas rutinarias en primer plano. Para esta obra, pinté un retrato sin rostro que mostraba una mano limpiando la nieve. La mano embarrada revela artículos sobre el cambio climático y los problemas medioambientales. La nieve derretida se produce al pintar una mancha seguida de cientos de pequeñas burbujas, que también sirven como metáfora de la crisis del calentamiento global.

Quiero que mi arte cree un espacio para la conversación y una mirada hacia el interior. Explora las diversas capas del mundo que habitamos. Para mí, el arte no tiene límites. Los colores y las formas fluyen de un espacio a otro en mi obra. Una idea germina en una historia, influenciada por los eventos que suceden a mi alrededor. Utilizo materiales y pinturas vibrantes para crear capas y texturas.

Durante 2020, era inevitable que la pandemia de la covid influyera en mi arte. Esta obra aborda el impacto de la pandemia en las madres trabajadoras. Las mujeres ya tienen dificultades para ascender en la estructura corporativa de los Estados Unidos. Esto se ha visto agravado por la pandemia. Las mujeres cargan con el peso del cuidado de los niños, muchas tienen que ajustar sus horarios o dejar la fuerza laboral por completo para supervisar a sus hijos en las escuelas virtuales.

Comencé la serie (sobre) el dolor de los demás cuando mi hermano perdió repentinamente la pierna debido a una bacteria carnívora. Siguieron los asesinatos de Ahmaud Arbery, Breonna Taylor y George Floyd, y el inicio de la pandemia. El mundo está inundado de dolor y pérdida. Regresé a los materiales, las imágenes y los procesos que usé por primera vez como estudiante de arte, cuando buscaba significado en el mundo que me rodeaba utilizando materiales disponibles al instante.

¿Somos conscientes de lo que apreciamos? La utilidad momentánea de las bolsas de plástico (que tardan 500 años en degradarse) y la predilección (a menudo) de por vida por una colcha se combinan aquí para cuestionar nuestra perspectiva sobre la preciosidad. La economía afecta el uso de plásticos: un material barato y fácilmente disponible. La justicia ambiental mejoraría y mantendría un ambiente saludable para aquellos que tradicionalmente han vivido y trabajado más cerca de las fuentes de contaminación.

Para que el artista exprese su visión, su mente debe fluir sin restricciones. El proceso comienza con un lienzo en blanco y se acumula, utilizando los poderes creativos de uno para formar un espacio conceptual para que exista la obra. Uno lucha con los espacios en blanco y la idea de que el público no vea la obra final. La imagen final se convierte en el pasaje abierto para el espectador dispuesto a mirar con atención.

Respondo a eventos sociopolíticos a través de mis joyas de metal y esmalte. Cuando Estados Unidos entró en caída libre en 2020, mi obra y mis imágenes reaccionaron. Estados Unidos en caída libre: Covid 19 refleja las capas celulares, la destrucción y la presencia de la pandemia, agrandada y perceptible. Estados Unidos en caída libre: después de George es una reacción conmovedora a las emociones caóticas y al dolor abrumador provocado por el horrible y arrogante asesinato de George Floyd.

Como artista, combino mi cerámica con mi compromiso con la igualdad de derechos y la justicia social. Mi obra se basa en los elementos primarios: tierra, aire, fuego y agua. Sin embargo, no puedo escapar de la violencia y las injusticias que me rodean. Comencé a estampar en la arcilla palabras que imaginan un mundo mejor. Sabiendo que las palabras por sí solas no son suficientes, dono un porcentaje de las ventas a organizaciones que trabajan por un cambio social positivo.

Este cartel se asemeja a una tabla optométrica y envía un mensaje claro. Debemos buscar hechos, buscar razones y pensar de manera independiente. De esta forma no nos engañarán las noticias falsas y los rumores. Estas palabras cuidadosamente seleccionadas están separadas por una línea roja que hace que el ojo del espectador vea los números rojos 20/20, lo que indica una visión perfecta.

En mi obra, ensamblo artículos comprados de la marca Supreme. Aquí, cosí a mano pretinas y tela de algodón blanco de ropa interior masculina. Desde 2008, la industria de la moda ha experimentado una remodelación radical. Algunos minoristas han adoptado una estrategia del mercado del arte: la reventa. Los productos Supreme reflejan este fenómeno: oferta limitada, creando valor para compradores, distribuidores y revendedores. Mi arte explora este límite difuso entre moda, arte y valor.

Estas vasijas aluden al cuerpo negro, luchas personales para navegar por los espacios públicos y no sentirse bienvenidos. La piña como símbolo de hospitalidad tiene sus raíces en la esclavitud y la colonización agrícola de América. Cuando los barcos llegaban al puerto, los capataces colocaban una piña en el muelle, anunciando el arribo de africanos esclavizados. Las obras de arte sugieren el pasado, analizan el presente y exploran posibles futuros para la diáspora africana.

Esta obra fue inspirada por Dorothy Porter, una bibliotecaria de principios del siglo XX en la Universidad de Howard. Ella desafió el Sistema Decimal Dewey, que segregaba a los autores negros, colocándolos junto a los autores blancos. Intento neutralizar los muchos “ismos” (etnocentrismo, clasismo, colonialismo, sexismo, racismo) incrustados en las fichas del catálogo de la Biblioteca del Congreso y revelar cómo estos prejuicios moldean las opiniones, el lenguaje, el pensamiento y la acción. Llamo la atención sobre cómo la información puede estar sesgada, otorgando representación a algunos mientras se la roba a otros.

Mi obra explora el papel, los impresos y los libros como formas de identidad nacional.
Aquí, utilicé una técnica de encuadernación basada en antiguos manuscritos de hojas de palma del sudeste asiático. A las mujeres se les prohibió tocar muchos de estos libros. El pa-nung de seda, o falda tubo, de mi abuela tailandesa y el acto de alimentar con hojas de morera a los gusanos de seda inspiraron los patrones impresos y tejidos a mano. Esta obra honra el papel de la mujer en la generación y preservación del conocimiento y el patrimonio.

Mis abuelos huyeron de China cuando Mao Zedong tomó el poder. La relación de mi familia con el continente ha estado marcada por la amargura y el orgullo. Utilizando el estilo de los carteles de propaganda comunista china, hago retratos compuestos de calcomanías superpuestas caóticas e irregulares que, desde la distancia, se convierten en una imagen suave y coherente. Al ver a mis sobrinas, sobrinos e hija crecer aquí en los Estados Unidos, la Revolución Cultural se siente distante. Sin embargo, esos carteles se parecen a nosotros más que a cualquier cosa que hayamos visto aquí.

Mis fotografías capturan la vida contemporánea de los nativos americanos. Con demasiada frecuencia, los “indios” son representados como figuras en los libros de historia, como reliquias de museo olvidadas hace mucho tiempo y, todavía, como mascotas. Los nativos están muy vivos. Vivimos y trabajamos en la sociedad actual mientras protegemos y cultivamos nuestras ricas tradiciones y cultura. Es hora de actualizar la imagen del “indio”. No somos solo personas que posaron en fotografías del siglo XIX. Estamos aquí, estamos vivos, somos importantes.

La fotografía es una forma poderosa de comunicación. Trasciende todas las barreras del idioma. A través de mi arte, puedo hablar con cualquier persona en el mundo, sobre su mundo y como una forma de cambiar el mundo.

Mi obra explora la nueva identidad creada por diferentes culturas que se unen en sociedades multiculturales. Coso varias telas entre sí, parecido a la forma en que la tela kente en Ghana y la tela boro en Japón se hacen con piezas de tela más pequeñas. También tiño lienzos con técnicas variadas y los uno. Como un idioma o un nombre, los textiles identifican a un grupo de personas y transmiten sus aspiraciones, historia y creencias. Este lenguaje tácito expresa esperanza y conserva un recuerdo.

Dador de luz.
“Técnica de iluminación” me corriges en silencio desde tu identificación de empleado
la foto tomada mucho antes
de la pandemia
cuando te sentabas en los tornos y bajo las bombillas con forma de cuarzo
como las que pulsan afuera
de las paredes del casino
arrullos en lámparas de arco
aprendiste a moldear desde sopa hasta nueces.
Iluminan el torso de Cristiano
y un reloj Rolex
En Times Square o en Route 22.
Tú y nosotros traíamos regalos, a pesar de todo
Sigues dando forma, taladrando, estás perdida.
Sigues dando forma, taladrando, estás creyendo.
Anudas el metal en su base.
Estas formas de diamante
son prometedoras.

Este poema en video vuelve a contemplar la “carrera” de 35 años de una mujer inmigrante en un Newark industrial, de clase trabajadora, que va desapareciendo/ha desaparecido. Encontré los materiales al limpiar la casa de mi madre después de su fallecimiento. Las imágenes de ella en su torno contrastan con una cámara de cine cuya iluminación podría haber sido realizada por técnicos de iluminación como ella, pero que nunca fueron “estrellas” de las películas estadounidenses. Esta obra arroja luz sobre “artesanos” cuyos trabajos ya no existen. Contrastan con los “virtuales” que se crearon durante la pandemia.

Soy una artista extranjera nacida en Jamaica. Exploro las capas de mi propia identidad: negrura, feminidad, madre, trabajadora e inmigrante. Esta obra utiliza la película Us de Jordan Peele para considerar la niñez negra y cómo las niñas negras navegan a través del tiempo, la historia, los movimientos, las leyes y los espacios. Hay cosas que nunca podremos borrar ni olvidar. Están atadas (Tethered) para siempre a nosotros. La cuerda para saltar es una forma en que las chicas negras se resisten y encuentran sus voces.

“Trabajar con todos los profesionales de la salud para proteger vidas y reconstruir la comunidad”.

“Durante la pandemia me puse en contacto con mi fe para mantener la esperanza”.
“Mi fuente de noticias de Twitter cuidadosamente seleccionadas me ayudó a conocer la verdad objetiva sobre la pandemia, en lugar de las “verdades políticas” que engañan a gran parte del público en general”.
“Mi familia, simplemente estar rodeada de personas que me aman y me apoyan”.
“Tomando café con mis amigos afuera, en el patio”.
“Cultivando y cuidando mis plantas”.
“Paseos en bicicleta, familia, perro”.
La serie Historias entrelazadas preserva historias personales incorporándolas en obras de arte usando un telar de piso. Esta interacción con los participantes mide el pulso de la opinión pública y el sentimiento de mantener la esperanza durante la pandemia. Como registro tangible, da voz a las personas a través del arte. La obra presenta palabras escritas de Rovin Chonielall, Ezequiel Medina, Tamba Peters, Jennifer Gomez-Hernandez, Lisa Matalon, Blake Skerritt y Sean McGregin.

La Dermis expone la dinámica de poder asociada con la piel. Se inspira en mi experiencia de luchar por aceptar mi propia piel y los cambios que vienen con la edad. Al enfatizar la idea de que todas las personas son solo piel y carne, esta obra está destinada a ser una representación física de la cruda realidad de que la piel blanca tiene un privilegio injusto en la sociedad.

Como artista de voz suave, creo un trabajo audaz, intrépido y que invita a la reflexión inspirada en mi experiencia de vida. Esta ofrenda descarada transmite la intensa belleza y el miserable dolor que absorbo del mundo que me rodea. Utilizo fotomontaje, objetos encontrados, pintura, materias primas y collage. Mis propuestas artísticas tienen como objetivo capturar al espectador, transportarlo lejos de lo pretencioso hacia un reino arraigado en la verdad. Creo para enriquecer y cambiar las cosas de forma notoria.

Es importante capturar y archivar los eventos de hoy para las generaciones futuras. Durante el movimiento People’s Uprising y Black Lives Matter de 2020, viajé a localidades de Nueva Jersey que se vieron ensombrecidas por las noticias en las principales ciudades. Amplié y documenté las voces de las personas que hablaban sobre las injusticias contra las personas negras y morenas. Aunque los medios de comunicación describieron las protestas como violentas, fotografié marchas pacíficas de familiares y amigos. Newark y otras ciudades merecen su lugar en la historia.

Después de las elecciones presidenciales de 2016, colaboré con personas que se sentían invisibles y sin derechos en este momento estadounidense. Los sujetos contaron sus historias a través de poses, gestos y accesorios, afirmando su identidad y humanidad. Rompí las fotografías para expresar el daño causado por el miedo al “otro”. Inspirado por la práctica japonesa de Kintsugi, que repara la cerámica rota mientras resalta sus cicatrices, restauré los retratos rasgados con papel de arroz dorado e hilo, subrayando la necesidad de curar nuestras heridas.

Creada durante la cuarentena, mi serie Tomado del instinto es una respuesta a mi situación personal de asumir varios roles: trabajadora, artista, estudiante, maestra, chef, ama de llaves y entrenadora. Utilizando este concepto de que uno se convierte en muchos, esta obra se compone de cientos de pequeños dibujos. Todos comenzaron con un dibujo que continuamente volvía a fotografiar con la aplicación de espejo de mi iPhone. Si bien todos volvimos a lo básico durante la cuarentena, la tecnología nos mantuvo conectados.

Las microagresiones son interacciones cotidianas que comunican suposiciones negativas hacia los grupos marginados. Las personas que cometen microagresiones a menudo no lo saben. Si se les señala que lo están haciendo, dicen: “Esa no era mi intención, estás siendo demasiado sensible”. Que es otra microagresión más. La gente a menudo me toca el cabello sin preguntarme, lo que me hace sentir como una mercancía en exhibición. Perdí la cuenta de cuántas veces me han felicitado por ser “elocuente”. Esto supone que las personas de raza negra no son capaces de mantener una conversación intelectual. El peso de estas interacciones diarias sustenta las consecuencias reales: estrés, frustración, dudas, impotencia e invisibilidad.